Barcelona, 2 de
mayo de 1963
Querido Jacobo,
nuestra separación no pudo ser más
desdichada. Aquella misma noche me dio un ataque de hígado. Apenas dormí, y el
viaje al día siguiente fue perfectamente horrible; llegué a Barcelona en un
lamentable estado de nervios. Luego las cosas mejoraron: el hígado se calmó, y
una visita al médico —la misma tarde de mi llegada— me hizo saber que mi
pequeña llaga priápica no era de ningún modo un regalo de Venus, sino una
inofensiva herpes – cicatrizada ya. De todas maneras, el agotamiento nervioso
me duró varios días, impidiéndome, entre otras cosas, escribirte.
Ahora soy bueno —el ser bueno no me ha
proporcionado nunca la menor felicidad—, llevo una vida morigerada y atiendo a
un exceso de trabajo en la oficina, circunstancias todas ellas que hacen de uno
un corresponsal pobre y escasamente interesante. Por fortuna podemos vernos y
hablarnos muy [vuelta] pronto, pues el día 7 estaré en Madrid y permaneceré ahí
hasta el 10 por la mañana. ¿Quieres que nos encontremos para cenar la misma
noche del 7, entre 10 y 10,30, en Teide? Si te es imposible, llama, por favor,
al 2367848 y deja un recado para mí – en cualquier caso, tendremos tiempo de
sobra para vernos durante esos días.
Ayer terminé otro poemilla – que completa la
serie amorosa que te recité aquella noche. Se titula Volver:
Mi recuerdo eran imágenes,
en el instante, de ti:
esa expresión y el matiz
de tus ojos.., algo suave
en la inflexión de tu voz,
y tus bostezos furtivos
de lebrel que ha maldormido
la noche en mi habitación.
Volver, pasados los años,
hacia la felicidad
— para verte y recordar
que yo también he cambiado.
Ahora tengo que volver a
los poemas largos y me da pereza. Hasta pronto, un abrazo
Jaime
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