*Carta
manuscrita.
Barcelona, 7 de
junio de 1963
Querido Jacobo,
“je l’ignore tout de toi”,
que diría Apollinaire; o, por lo menos, no sé a punto fijo si te encuentras
ahora en Madrid o Valencia. Durante mi última estancia en la capital, hace
justamente un mes, llamé dos veces a tu casa y me dijeron que estabas fuera,
con gran descontento mío, pues deseaba mucho verte.
Te escribo a Madrid,
pues aunque mi recuerdo acerca de las fechas en que suelen concluir los
exámenes universitarios ya empieza a ser borroso, sospecho como más probable
que no te hayas desembarazado todavía de ellos. De esa época recuerdo yo que la
soledad erótica me atormentaba de modo especial, y todavía ahora suele ser
junio época del año en que me encuentro deprimido e insatisfecho.
Te escribo para pedirte
un favor, pero, una vez puesto a ello, me han venido ganas agudas de
conversación contigo, así que dejo el favor para el final y paso a hablar de al
vida y la literatura, que es más ameno. [vuelta]
Vi a Aleixandre en
Madrid. Estuvo muy cariñoso conmigo —no sé por qué sospecho que has hecho tú de
alma piadosa, diciéndole cuánto yo le quería— y nuestra conversación fue
prolija y agradable, aunque al final, muy en su manera, sacó a relucir su
pliego de agravios contra mí, a propósito de ciertas frases mías en el artículo
sobre Cernuda. Me defendí lo mejor que pude, que no fue mucho, inventando una
teoría acerca de la “visión totalizadora” en Aleixandre y el “carácter
problemático de la experiencia moral” en Cernuda, más afín a mi temperamento de
poeta. No creo que le convenciese de nada, pero las teorías confieren una
especie de respetabilidad a la que los españoles somos muy sensibles. Trató
entonces de demostrarme que mi temperamento era más totalizador de lo que yo
creía, y me dejó a medias convencido, que es la peor manera de quedar
convencido de nada.
¿Cuáles son tus
proyectos para este verano? Yo pienso en ir a Deyá, Mallorca, con Luis (mi
amigo) y con Juan Marsé, durante el mes de agosto. Nunca en mi vida he hecho
más de tres días seguidos de vida litoral en el Mediterráneo, y la perspectiva
de un mes entero al sol y al mar, en un pueblo [página 2] más o menos
tranquilo, me hace verdadera ilusión. Naturalmente me siento por completo
pesimista, convencido en lo íntimo de que al fin no iremos, o de que, si vamos,
resultará muy inferior a lo imaginado.
Me anunciaste una visita
tuya a Barcelona durante el mes de junio. ¿Sigue en pie? Ya sabes que puedes
contar con mi hospitalidad, y si me avisas a tiempo, con que vaya a recibirte a
la estación o el aeropuerto.
Quisiera hacerte una
consulta profesional. (Antes tenía aquí para esas cosas a Gabriel Ferrater y a
Carlos Barral, pero el uno ha marchado al extranjero y con el otro he perdido
todo trato íntimo.) Es, a propósito de un poema que estoy escribiendo y que se
titula El viaje a Citerea, la siguiente estrofa:
Cuando vaya a dormir
a solas y muy tarde, la nostalgia
sucederá a la envidia y al deseo.
Nostalgia de una edad del corazón,
y de otra edad del cuerpo,
para soñar de noche en las playas
el mundo de dos en dos.
Se trata de un conjunto
de endecasílabos y heptasílabos que va a desembocar en dos versos de raíz
distinta, uno de diez y otro de ocho sílabas. Quisiera saber si esa disonancia
es demasiado fuerte para el oído, cosa que no puedo verificar por mí mismo,
puesto que el mío ya está avisado de ella y de que esas dos líneas requieren
una escansión distinta. Si un oído impreparado puede hacer ese reajuste
instintivamente, la cosa va bien; si no, tendré que alterar esos versos que me
gustan tal cual están.
Finalmente, el favor.
¿Quieres decir que me envíen contra reembolso, a mi nombre, a Compañía General
de Tabacos de Filipinas, Ramblas 109, Pral, Barcelona, un ejemplar del número
homenaje a Luis Cernuda? Es para hacer un regalo, y te agradeceré por tanto que
no te creas en la obligación de regalármelo tú a mí.
Un abrazo
Jaime
No hay comentarios:
Publicar un comentario